Es casi obligatorio recordar que detrás de todo el desarrollo ejecutado por el Alcalde Peñalosa, estuvo la muy sana situación fiscal de la capital dejada por Antanas Mockus.
Por: Jaime Eduardo Hernández
Recuerdo que algunos años atrás, en mi época de estudiante universitario, a comienzos de 1999, algún profesor sintió la inquietud de debutar en el campo político de la mano del entonces y ahora Representante a la Cámara Germán Navas. Para aquella época consideró que un impactante inicio en el mundo de la política, sería dando un golpe de opinión contundente. Para lograrlo echó mano de un recurso legal en el que participaron muchos votantes y estudiantes (incluido yo). El mecanismo de Participación Democrática avalado por la Constitución Política de 1991 –revocatoria del mandato- abría la oportunidad de apartar del cargo al burgomaestre de Bogotá, Enrique Peñalosa.
Hoy, confieso que por la falta de experiencia, objetividad, olfato político y en últimas por una buena nota en la materia, participé activamente en la consecución de las firmas para sacar del Palacio de Liévano al alcalde Peñalosa. Claro que no sólo fue por orientación del profesor y una sumisión total por la que salimos varios compañeros a llenar decenas de hojas con firmas; detrás había una serie de argumentos que a primera vista sonaban convincentes y desde todo punto de vista justos. Por ejemplo, ya para la fecha, la ciudad estaba llena de bolardos, el escándalo de alguna decoración navideña con moños, sumado a la inseguridad, eran argumentos no sólo creíbles sino palpables entre la ciudadanía; tanto así que tras culminar el primer año de mandato, el Alcalde tenía una imagen favorable del 18%, algo parecido a lo que sucede con el Samuel Moreno, con la diferencia que para este último la medición se hace después de más de tres años de autoridad.
El caso es que tiempo después, no sólo logré pasar la materia -aunque la revocatoria no hubiera pasado-, sino que reconocí el desarrollo logrado por el Alcalde Peñalosa. Haber construido tres megabibliotecas, cuando antes únicamente podíamos visitar la Luis Ángel Arango; crear las ciclorutas con más de 300 Km., 19 mega jardines para menores de cinco años, 42 colegios en barrios pobres, Metrovivienda, 1.100 parques y su proyecto estrella Transmilenio, entre otros, fueron hechos contundentes que reflejaron la prematura calificación del Alcalde en el primer año.
Estos proyectos, casi todos de desarrollo en la infraestructura de la ciudad, pemitieron el reconocimiento real por parte de diferentes entidades internacionales, se hizo evidente una transformación en toda la ciudad, desde los sectores deprimidos hasta los sectores más favorecidos.
Es casi obligatorio recordar que detrás de todo el desarrollo ejecutado por el Alcalde Peñalosa, estuvo la muy sana situación fiscal de la capital dejada por Antanas Mockus, dando como resultado un complemento ideal (Honestidad-ejecución). Sin el músculo financiero de la ciudad hubiera sido imposible palpar el desarrollo actual.
Con el alcalde Mockus aprendimos modelos de comportamiento ajenos a millones de bogotanos. Así como Peñalosa heredó una buena capacidad financiera, la cultura ciudadana fue el legado recibido por Peñalosa y como quien devuelve un favor, fue Mockus quien nuevamente recibió todo un modelo de desarrollo de ciudad. En las tres alcaldías asumidas por los dos políticos, casi nueve años, la ciudad fue testigo de un desarrollo sin precedentes.
Por las cifras, datos y hechos, los ex alcaldes han sido nuestra carta de presentación en diferentes países. Enrique Peñalosa ha visitado la no despreciable cifra de 126 ciudades en todo el planeta, ha sido invitado a dictar conferencias en más de 44 universidades extranjeras, actuando como un embajador de la capital, mostrando la oportunidad, el desarrollo y la evolución de Bogotá.
Hoy, con la sola posible llegada de Peñalosa a la alcaldía, éste ya podría jugar a favor para la disminución del desempleo. Seguramente la visita a tantas ciudades ha dejado puertas abiertas e inquietudes en materia de inversión extranjera y, saber que uno de los abanderados de la transformación de Bogotá está nuevamente a la cabeza, es un garante para cualquier inversionista.
Las elecciones de los poderes locales en el mes de octubre, si bien están lejos, ya denotan los posibles precandidatos rivales de Peñalosa; alianzas y demás tejemanejes de la política estarán a la orden del día.
Sin demeritar los posibles candidatos que hoy están en el tintero, sería un exabrupto dejar pasar la experiencia, los pergaminos y resultados. Todos estos son el mejor argumento para poder elegir. No sobra pensar un momento lo que hemos vivido en los últimos tres años en la ciudad; está claro que las promesas populares no son un buen síntoma; primero de honestidad y segundo de lealtad.
Una oportunidad que nos trae la tecnología es acceder de manera rápida a los que antes hubiera sido imposible tener en tan corto tiempo; los invito a que hagamos uso del voto inteligente y analicemos la trayectoria, estudios, resultados y todo lo que debe tener un buen candidato, antes de elegir. Hay tiempo y de sobra. Encontré un documental de la transformación de Bogotá que si bien dura aproximadamente una hora, estoy seguro les mostrará la Bogotá de antes y la de ahora-recomiendo ver todas las partes, vale la pena-.
Parte I parte II parte III parte IV parte V parte VI
Y así como confesé haber hecho parte activa de la revocatoria del mandato, hoy también confieso que tras un análisis más profundo he decidido votar por Enrique Peñalosa en las próximas elecciones. Recuerdo lo que se dice de la política: es dinámica.
Si lo que pudieron hacer Peñalosa y Mockus, cada uno en tres años, no lo han podido hacer otros en el mismo tiempo; entonces sería razonable darle a Peñalosa dos periodos para transformar a Bogotá.
